Desde el desorden espacial hasta la desconexión con el consumidor, estos desaciertos afectan la experiencia del visitante, las ventas de los locatarios y la reputación del operador.
Planificar un centro comercial no se resume en distribuir locales, habilitar zonas comunes y sumar servicios complementarios. Implica entender al consumidor, prever flujos, pensar en rentabilidad a largo plazo y garantizar una experiencia que invite a volver. Y, sin embargo, incluso en desarrollos de gran escala, los errores se repiten.
A continuación, algunos de los desaciertos más comunes al planificar espacios comerciales, y cómo podrían evitarse con una visión estratégica desde el diseño.
1. No planificar el flujo de personas
Los visitantes de un centro comercial no se comportan de manera aleatoria. Su recorrido está condicionado por el diseño espacial, la ubicación de los anclas, los accesos, los servicios y la señalización. Cuando este flujo no se planifica, el resultado suele ser confusión, incomodidad y menor tiempo de permanencia.
2. Diseñar desde la estética, no desde la funcionalidad
El atractivo visual de un centro comercial es clave, pero jamás debe imponerse sobre la funcionalidad. El error está en privilegiar una imagen arquitectónica sin considerar la operatividad del espacio: desde la reposición de productos hasta el manejo de residuos.
3. Desconocer al target
Uno de los errores más estratégicos: desarrollar un centro comercial sin tener clara su audiencia. Un espacio pensado para un público que no habita ni transita la zona está condenado al fracaso.
Todo, desde la selección de marcas hasta el diseño de zonas comunes, debe estar alineado con el estilo de vida, las aspiraciones y las necesidades del público objetivo.
4. Saturar los espacios o desaprovechar algunos
La saturación de locales, puestos, stands y mobiliario puede generar ruido visual, dificultar el desplazamiento y restar valor a cada punto de venta. Por otro lado, los vacíos mal aprovechados se traducen en metros improductivos que afectan la rentabilidad general del centro.
5. Ignorar la coherencia con la marca del centro
El diseño no solo comunica; construye identidad. Cuando el centro no tiene una propuesta clara de marca, o cuando su diseño físico no la refleja, se genera una desconexión con el público y con los locatarios.
El diseño arquitectónico, la señalética, los colores, el mobiliario y la experiencia sensorial deben responder a un mismo concepto. No se trata solo de que el centro “se vea bonito”, sino de que transmita una personalidad que conecte emocionalmente con sus visitantes.
6. No pensar el centro como un espacio multisensorial
El diseño contemporáneo de centros comerciales reconoce que no solo competimos por la atención: competimos por el tiempo y por el deseo. Y eso se gana con experiencia.
Hoy, no basta con organizar los locales; hay que activar los sentidos: la música, los aromas, las texturas, la luz y la temperatura crean un ambiente. Muchos centros no consideran estos aspectos y terminan siendo espacios funcionales pero fríos, impersonales o genéricos. Una experiencia multisensorial, en cambio, fideliza al visitante, aumenta su tiempo de permanencia y refuerza el posicionamiento del lugar.
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Una mirada experta: el aporte de Rodrigo Conroy Ganoza
Conroy Ccagnoza sostiene que el mayor error en la planificación de centros comerciales es elegir mal la ubicación, ya sea por baja densidad poblacional, limitado poder adquisitivo, falta de preparación cultural o mala conectividad vial. Esto impacta negativamente en el tráfico, la ocupación y la rentabilidad.
Además, resalta que un buen diseño debe considerar tanto el flujo interno —con pasillos cómodos, señalética clara y zonas de descanso— como el acceso externo, clave en ciudades con alto tráfico como Lima. También subraya que el diseño influye emocionalmente en los visitantes: espacios amplios, bien iluminados y con áreas verdes generan confort y fidelización.