Este notorio cambio, en lo que representa una parte de su identidad, fue ejecutado por la cadena para captar un nuevo target.
McDonald’s es una marca que durante mucho tiempo fue percibida como un espacio exclusivo para los más pequeños. Esto debido a sus espacios coloridos, la presencia de juegos infantiles en ellos o su icónica cajita feliz.
Sin embargo, en distintos países, la marca ha optado por cambiar su enfoque hacia los adultos – con locales de aspecto sobrio -, tras detectar una caída en las ventas relacionada a la pérdida de conexión con este segmento.
¿Por qué tomaron esa decisión?
El cambio responde a una realidad de consumo: en muchos hogares, los niños ya no deciden dónde comer, los adultos no se sienten bien en un entorno infantilizado (por ello prefieren otras alternativas). Ante ello, el fast food comenzó a transformar sus locales y su propuesta para adaptarse a nuevos hábitos y preferencias.
Los nuevos espacios apuestan por un ambiente más relajado y moderno, con iluminación cálida, sillones, conexión WiFi y una estética más seria. Además de mantener su menú tradicional, la experiencia ahora está pensada también como un lugar para quedarse, trabajar o socializar, no solo para comer rápido.
Más allá del cambio visual, McDonald’s evidencia su intención por fortalecer su relación con un público más amplio, demostrando que el branding no es solo imagen, sino también adaptación y respuesta a las nuevas dinámicas sociales.