Bajo el nombre de “Made in Huanchaco”, se trata de un proyecto de la marca, desarrollado de la mano de la agencia Leo Perú, en el que han participado artesanos para la realización artesanal de muebles sostenibles con esta técnica de tejido.
Corona ha venido desarrollando este 2025 una serie de acciones en distintas partes del mundo por motivo de sus 100 años. Nuestro país también ha sido partícipe de una de ellas, en marzo, cuando los paneles de la una concurrida avenida limeña dejaron (por unos minutos) su contenido publicitario y mostraron el sunset en vivo.
Sin embargo, Perú nuevamente ha sido fichado por la conocida marca de cerveza para ser parte de otra campaña que celebra su centuria. Esta vez la propuesta no usa el OOH, pero hace algo aún más significativo, ya que revaloriza una tradición ancestral que existe hace más de 3000 años en Huanchaco: el tejido con totora.
¿De qué trata esta iniciativa de Corona?
De acuerdo a la pieza que se ha difundido en redes sociales, se trata de una colección de muebles que han creado de la mano de artesanos con amplia experiencia realizando caballitos de totora, así como artesanías. “Hoy tenemos la oportunidad de tejer algo importante para Huanchaco”, comenta Agustín Piminchumo, un artesano de 94 años de edad.
Es importante enfatizar que la propuesta llega en un momento clave. Y es que esta expresión artística de crear artículos con totora (planta acuática), aunque se ha mantenido a lo largo de los años y ha sido fuente de trabajo para muchos artesanos, pues hoy corre el riesgo de perderse.
Beto Noriega, Chief Creative Officer de Leo Perú, nos comentó que “Made in Huanchaco” busca demostrar que lo local puede tener impacto global cuando se trabaja con respeto. “El objetivo principal es mantener viva una tradición que hoy corre el riesgo de desaparecer, creando una alternativa económica sostenible para los artesanos, mientras Corona responde a una necesidad concreta de su ecosistema de bares en el mundo”, destacó.
Una colección sostenible y co-creada por artesanos
Por otro lado, afirma que la participación de los artesanos fue clave para el proyecto, ya que no fueron proveedores, sino co-creadores. Además, este talentoso grupo de personas se encargó de definir tiempos, establecer qué técnicas se emplearon, los límites del material y que se podía y no realizar con este.
“Nuestro rol fue escuchar, aprender y traducir ese conocimiento en piezas funcionales para un contexto global, sin traicionar la tradición. El beneficio más importante es la generación de una demanda sostenida para su trabajo, que les permite seguir viviendo de su oficio, transmitirlo a nuevas generaciones y revalorizar su conocimiento como algo vigente, no como una pieza de museo”, concluyó Noriega.
Respecto a la disponibilidad de la colección, podrá encontrarse en bares de la marca alrededor del mundo. Cada artículo que la compone lleva consigo una historia real, trabajada a mano en Perú y es, según el equipo de Leo, una muestra de que una marca global puede crecer sin desconectarse de lo local.










