La agencia Pedro, Juan y Diego, en conjunto con el Centro UC Síndrome de Down, transformó una propuesta de ley de inclusión en una candidatura presidencial real en Chile. En entrevista con Tomás Garín, su director creativo, conocemos cómo la iniciativa logró que Sebastián Solorza se convierta en el primer candidato con síndrome de Down en el mundo.
En plena época electoral en Chile, cuando la seguridad y la inmigración copaban la agenda política, hablar de inclusión parecía un tema relegado. Pero una campaña logró revertir ese silencio con un gesto inédito al inscribir oficialmente como candidato presidencial a una persona con síndrome de Down. No se trató de una acción simbólica ni de una estrategia de marketing, sino de una propuesta real que buscaba abrir el debate y presionar al Congreso Nacional de Chile para aprobar una ley de inclusión.
La idea fue impulsada por el Centro UC Síndrome de Down, que durante años ha promovido proyectos de ley sin ser escuchado por el actual gobierno, junto a la agencia Pedro, Juan y Diego. Lo que comenzó como un proyecto de comunicación terminó convirtiéndose en un movimiento social que trascendió fronteras y posicionó la inclusión, tras años de lucha, como un tema de interés nacional e internacional.
Para conocer cómo se gestó la campaña, Mercado Negro conversó con el director creativo de la agencia, Tomás Garín, quien explicó cómo una idea simple, pero poderosa, logró transformar un mensaje de inclusión en un movimiento político.
De la idea creativa a una candidatura real
Tomás Garín, director creativo de la campaña, recuerda que el punto de partida fue el cansancio de un cliente que llevaba años sin ser escuchado por las autoridades. «Nos dimos cuenta de que, en un año presidencial, nadie estaba hablando de inclusión. Era urgente volver a poner el tema en la conversación pública, pero sabíamos que una campaña tradicional no bastaba», explica.
El hallazgo que detonó la idea fue tan simple como potente: los requisitos para postular a la presidencia en Chile, al igual que en Perú, son mínimos. «Si cualquiera puede postular, ¿por qué no una persona con síndrome de Down?», se preguntaron. Así nació «Candidato por una Ley», una acción que inscribió oficialmente a Sebastián Solorza como candidato presidencial y convirtió su programa de gobierno en un reflejo del proyecto de ley que buscaban impulsar.
«Candidato por una Ley»: el impacto mediático
El impacto fue inmediato. En solo 24 horas, la campaña generó más de 341 mil interacciones orgánicas, sin inversión en pauta. Garín destaca que el éxito no fue casualidad: «Trabajamos con voceros e influencers cercanos a la comunidad Down para generar una conversación orgánica. No evitamos la polémica; al contrario, sabíamos que activar el debate entre apoyo y crítica haría que los medios no pudieran ignorarlo».
El tema se volvió nacional y cruzó fronteras. En menos de una semana, la historia de Sebastián Solorza estaba siendo cubierta por medios internacionales. La campaña logró lo que pocas iniciativas sociales consiguen: pasar del storytelling al cambio legislativo.
«Lo que marcó la diferencia fue entender el ecosistema político», señala Garín. «En un año electoral, los temas que generan ruido social son los que los políticos más rápido toman para explotarlos. Cuando vieron el impacto de la campaña, varios senadores se acercaron al Centro UC Síndrome de Down para reactivar las leyes dormidas».
Hoy, el proyecto de inclusión ya se encuentra en proceso de implementación en el Congreso Nacional de Chile. Lo que comenzó como una idea creativa se transformó en una acción política concreta. «La gente busca historias reales que desafíen lo establecido», concluye Tomás Garín. «Esa es la fuerza de una buena idea: puede comenzar como una campaña, pero terminar cambiando leyes».










