“Le mot juste”

Traducida del francés literalmente, la frase sería “La palabra justa” o tal vez podríamos usar la palabra “adecuada”… De todas maneras, eso es lo que he perseguido desde que empecé a escribir en publicidad; es decir, a hacerlo de modo profesional y como lo digo siempre, me enamoré de la publicidad y fue un “amor a primera vista”, cuando descubrí –conscientemente- lo importantes que eran allí las palabras.

Por eso mi afición a los diccionarios, a los crucigramas y a juegos como el famoso “Scrable”, porque me permitían divertirme e “ir de cacería”, aumentando mi vocabulario, conociendo y satisfaciendo lo que siempre he sido yo y considero que todo creativo debe de ser: UN CURIOSO.

Juego a inventar palabras cuando quiero nombrar algo y no hallo “le mot juste” y me divierto mucho, aunque tal vez para alguien que ande ocupado en otras cosas, esto sea una perdedera de tiempo o como dicen en inglés, “A waste of time”…

Sí pues, las palabras están vivas y me apena cuando hablan de una “lengua muerta”, porque significa que se olvidaron las palabras y se hizo el silencio. Un “silencio de muerte”… Las palabras se van uniendo y forman frases, entonces nacen las conversaciones, la literatura… Eso que hace humano a ese ser que según dicen bajó de los árboles, pero que yo creo que aprendió a subirse a ellos tras salir de la caverna y aprendió que, para comunicarse con sus iguales, tenía que hablar; que para hacerlo inventó las palabras, nombró las cosas y lo que le rodeaba.

Las palabras son tan “corrientes” –las tenemos tan internalizadas- que no les damos mayor importancia, pero son como el agua, que está ahí nomás, simple y al alcance en grifos, ríos, lagos… Refrescante y necesaria cuando uno tiene sed (no he puesto mares, porque el agua salada no es buena para beber…) . Igual que las palabras, que están ahí, como a la espera de que uno las necesite para hablar o escribir y entonces son imprescindibles… ¡Como el agua!

La palabra justa es lo que todo el que se dedique a la publicidad, debe encontrar y usar siempre, en cada ocasión, porque –no me cansaré de repetirlo- la publicidad es comunicación y el ser humano se comunica por medio del lenguaje hablado y escrito (que están formados por palabras), además, claro, de sonidos, signos e imágenes, pero que pueden estos ser desvirtuados o cambiar sus significados, con el uso de las palabras.

Perdónenme tanto palabrerío, pero me entusiasmo y a veces no pienso en que alguien me está haciendo el favor de leer lo que escribo…

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