Efecto dominó

Con las fichas del juego de dominó alineadas, al empujar la primera, esta golpea a la segunda haciéndola caer y esta a su vez lo hace con la tercera, la tercera con la cuarta y así, en una cadena imparable caen todas, una tras otra…

Creo que algo parecido sucede cuando un material publicitario –digamos “aviso”- contiene un error de ortografía y se publica así. Quien lo lea, si no advierte el error, creerá que la palabra se escribe de esa manera y repetirá la equivocación, “contagiando” a los más desavisados. La publicidad erró, se equivocó y lo esparció, creando una “infección” cultural. Esto, en principio es grave, porque una comunicación publicitaria NO DEBE contener errores. 

Sin embargo, la “infección” podrá ser leve, aunque, de todos modos, ES una INFECCIÓN, que afecta a la “salud”, cultural en este caso. Es igual que en el robo, que es delito, se trate de un sol o de mil soles.

Deberíamos pensar en la RESPONSABILIDAD que tenemos los publicistas, porque bien se dice, sarcásticamente, que “Los médicos entierran sus errores, los abogados los meten presos y los periodistas los publican…; esto último puede aplicarse perfectamente a los publicistas.

TODO lo que hagamos profesionalmente y se publique o difunda, tiene la posibilidad de crear un “efecto dominó” nocivo, que será solamente producto de la ineptitud o la desinformación de quien comete el error y de lo que debería ser una exhaustiva revisión/corrección, que por desidia se deja de ejecutar.

Quiere decir pues, que hay que andar con “cien ojos” y comprobarlo todo muy bien antes de que se publique, porque nuestra responsabilidad no es con una sola persona, sino con miles o –perdónenme, pero es cierto- con cientos de miles.

Está bien que el dicho latino “Errare humanum est” sea cierto, pero esta es la cara “inhumana” de la publicidad.