El streaming de conciertos se perfila como un nuevo frente de negocio para plataformas como Amazon, Apple y Netflix, que buscan ampliar su oferta más allá de series y películas. Para entender el impacto de este modelo y sus oportunidades, Mercado Negro conversó con Karla Cuestas, directora ejecutiva de marketing de Kandavu.
El negocio de los conciertos ha encontrado un nuevo escenario: las plataformas de streaming. Amazon Prime transmitirá en exclusiva el último concierto de Bad Bunny, mientras que Fuerza Regida será parte de Apple Music Live, la iniciativa de Apple que lleva shows a escala global. Netflix, por su parte, ha explorado transmisiones en vivo, aunque más orientadas a deportes y espectáculos como peleas de box.
El interés creciente de estas plataformas refleja una tendencia que va más allá de la pandemia: convertir los eventos en vivo en un producto de entretenimiento digital capaz de generar nuevas formas de consumo y monetización.
¿Una idea nueva o una evolución?
Transmitir conciertos no es un invento reciente. En 1994, los Rolling Stones fueron uno de los pioneros al llevar su gira Voodoo Lounge a través de un pay-per-view televisivo. La diferencia es que, tres décadas después, la tecnología y el alcance son incomparables.
“La pandemia nos mostró que el streaming ayudó a visibilizar a artistas emergentes, y ejemplos claros son Jay Wheeler y Ela Taubert, que hoy ya cuentan con premios y reconocimientos en la industria”, explica Karla Cuestas, directora ejecutiva de marketing de Kandavu. Sin embargo, aclara que, desde la productora enfocada en experiencias presenciales, “la prioridad sigue siendo el encuentro físico, porque es ahí donde sucede la conexión más auténtica”.
No obstante, es importante destacar que la transmisión de conciertos abre un abanico de posibilidades:
- Se incluyen en la suscripción de la plataforma (como Amazon Prime o Apple Music Live).
- Pay-per-view, donde el usuario paga un ticket digital exclusivo (como lo hecho por los Rolling Stones)
- Contenido premium alrededor del evento: backstage, entrevistas o experiencias de meet & greet virtual.
Un caso ilustrativo fue el de BTS en 2020, quienes lograron vender más de 750 mil entradas virtuales para un concierto global en plena pandemia, y así generaron ingresos millonarios sin moverse de un escenario.
¿Hay oportunidad para las marcas en estos eventos?
La posibilidad de llegar a millones de espectadores en simultáneo abre también un espacio atractivo para las marcas. El patrocinio ya no se limita al logo en el escenario, sino que puede integrarse de manera interactiva con activaciones digitales o experiencias exclusivas.
En esa línea, Cuestas reconoce que “las marcas tienen una oportunidad clara de acercarse a los fanáticos en un entorno digital más íntimo. Un meet & greet online, un saludo personalizado o accesos exclusivos generan gran emoción y engagement, sobre todo en los ultra fans”.
Sin embargo, también advierte que “la visibilidad y posicionamiento que gana una marca al activar en un concierto presencial es incomparable con lo que obtiene en un banner digital”.
¿Un formato pasajero o llegó para quedarse?
El regreso de los conciertos presenciales no frenó el interés por las transmisiones en vivo. Al contrario, la posibilidad de vivir el show desde casa se ha convertido en un valor agregado que amplifica la relación entre artista y público.
Para Cuestas, este formato “llegó para quedarse, pero no como sustituto, sino como complemento”. Y aunque la tecnología promete experiencias inmersivas cada vez más impactantes, insiste en que “nada reemplazará lo humano: cantar a todo pulmón en masa, sentir el calor del público y la exclusividad de ver a tu artista en persona”.
El streaming ya no es solo un medio para ver series o películas; se ha convertido en un canal para vivir experiencias colectivas. Lo que empezó como una alternativa de emergencia durante la pandemia, hoy es una herramienta que redefine el negocio musical y abre nuevas vías de ingresos para artistas y marcas.
La apuesta de Amazon, Apple y Netflix indica que el modelo tiene proyección a largo plazo. Pero como recuerda Karla Cuestas, el corazón de la música en vivo seguirá latiendo en el encuentro físico, mientras lo digital cumple la función de expandir, amplificar y complementar.