Desde productos de limpieza y bebidas hasta cadenas de comida rápida, la serie protagonizada por Ricardo Darín y César Troncoso incorpora marcas reales, integradas con sutileza en las escenas cotidianas de la historia.
En medio del caos apocalíptico que retrata El Eternauta, la serie argentina de Netflix basada en el cómic de Héctor Germán Oesterheld, emergen más de 40 marcas reales. Desde bebidas y productos de limpieza hasta aplicaciones de delivery, su presencia ha despertado debates sobre el límite entre realismo y publicidad.
La ficción, protagonizada por Ricardo Darín y César Troncoso, alcanzó rápidamente los primeros puestos en el ranking de lo más visto. En las redes, usuarios de X se dedicaron a rastrear las marcas que aparecen en los seis capítulos, destacando cómo estas conviven con la trama de ciencia ficción sin alterar su tono dramático.

Entre vehículos clásicos como la Estanciera y el Torino, y marcas visibles como Fate, Villavicencio, Hellmann’s o Burger King, el catálogo comercial incluye empresas de todos los rubros: tecnología, comida rápida, bebidas, transporte, salud, indumentaria, e incluso bancos y aseguradoras.
Desde K&S Films, coproductora de la serie, explicaron que no se trató de una operación comercial: “No se pagó por aparecer. Las marcas que aceptaron figurar lo hicieron cediendo los derechos; las que pedían dinero, quedaron afuera”. La apuesta, señalaron, era por la autenticidad visual antes que por el marketing encubierto.

El director Bruno Stagnaro se opuso firmemente a borrar marcas reales o inventar otras ficticias. El objetivo: mostrar una ciudad reconocible, casi documental, para que el espectador se sienta dentro de una Buenos Aires real, aunque atravesada por una nevada letal y alienígenas invasores.
Por su parte, Gastón Girod, director de fotografía, dijo: “Queríamos que cualquier espectador pudiera reconocerse en los espacios. El living de Juan Salvo podría ser el de tu vecino”. En esa lógica, resalta que las marcas no interrumpen el relato: lo completan, lo anclan, y quizá lo vuelven aún más inquietante en su verosimilitud.
