La campaña de la película protagonizada por Timothée Chalamet dejó de lado la pauta tradicional y convirtió cada acción en un evento diseñado para circular, comentarse y convertirse en cultura pop.
Durante años, el marketing de entretenimiento apostó por fórmulas previsibles: trailers, entrevistas y presencia en redes. Marty Supreme decidió recorrer otro camino. Su estrategia no buscó explicar la película, sino construir un universo donde cada acción funcionó como una pieza de conversación.
La campaña no se desarrolló en un solo canal ni en un solo momento. Apareció en espacios inesperados, mezcló humor, ironía y espectáculo, y convirtió a su protagonista en el motor creativo de la narrativa promocional. El resultado no fue solo visibilidad, sino un fenómeno difícil de ignorar.
Martin Supreme y el marketing que se comporta como contenido
Lejos de presentar anuncios tradicionales, Marty Supreme activó una lógica distinta: cada acción parecía una broma llevada demasiado lejos, hasta que se volvía real. Una llamada por Zoom planteada como sketch marcó el punto de partida. Desde ahí, la campaña avanzó como una cadena de ideas que saltaron del discurso al espacio físico.

El merchandising exclusivo cumplió un rol clave. No funcionó como producto derivado, sino como símbolo cultural. Celebridades, creadores y fans lo usaron como señal de pertenencia, reforzando una dinámica donde la audiencia amplificó el mensaje sin sentirse parte de una campaña.

La colaboración con una marca de cereales, lejos de parecer forzada, jugó con la nostalgia. El objeto cotidiano se transformó en pieza coleccionable y conversación social. No vendía solo un producto, sino vendía la sensación de estar “dentro del chiste”.

El despliegue urbano elevó aún más la apuesta. Un blimp surcando el cielo y una intervención en la Sphere de Las Vegas llevaron la campaña al terreno del espectáculo masivo. Estas acciones no pidieron atención: la capturaron. En redes, los registros circularon como prueba de algo que “realmente pasó”.

La aparición en The Tonight Show con Jimmy Fallon cerró el círculo. En lugar de una entrevista promocional, el programa se convirtió en extensión del universo de la película, reforzando el tono lúdico que atravesó toda la estrategia.










