Los marketeros han descubierto que en la naturaleza efímera del placer se encuentra la clave para mantener a los consumidores siempre con ganas de tener más de un producto.
Los consumidores, fieles a su naturaleza humana, responden de forma instintiva a ciertos estímulos y los marketeros lo saben. Una prueba de esto es como utilizan el placer de forma constante en sus estrategias, apelando a la característica fugaz de esta sensación y que deja al público siempre con ganas de más.
Un ejemplo de esto puede ser lo placentero que es para muchos comer pastel de chocolate, pero que lamentablemente no dura para siempre. Pero está en la naturaleza fugaz del placer la que lo convierte en un motivador potencial en clave marketera, asegura Prince Ghuman CEO de la empresa de neuro-marketing PopNeuro.com. a través de un artículo para Forbes.
¿Cómo trasladan las marcas esto a sus estrategias de comunicación? Una manera de explotar estas sensaciones en el consumidor es agasajando constantemente al público con productos que ofrezcan la sensación de novedad, aunque esta sea mínima.
El caso de Apple es un ejemplo claro, lanza cada año nuevos modelos de iPhone que, entre uno y otro, realmente no se diferencian demasiado. EA Sports, la marca de videojuegos se vale de una estrategia similar a través de sus títulos de FIFA o NBA Live.
Se trata de una forma de tentar siempre al consumidor con algo nuevo y anticiparse con esto a sus anhelos. Otra forma de aprovechar todo el potencial marketero que esconde el placer es trasladar precisamente esta sensación a un producto en particular dentro de otra línea análoga de productos.
En otras palabras, debes expandir el portafolio con más productos que se encuentran de alguna forma emparentados con la compra inicial. Es lo que las empresas tecnologicas han hecho siempre, lo hacen ofreciendo fundas y otros accesorios al cliente que ya tienen en su haber un smartphone.
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Otro caso es la firma de joyería Pandora que ejecuta esta estrategia bastante bien. Y a los clientes que compran sus brazaletes les ofrece de manera periódica nuevos «charms» y piezas modulares para complementar la compra inicial.
Comprendiendo cómo la naturaleza efímera del placer está codificada en el cerebro del consumidor las marcas pueden dar alas de manera notable a la eficacia de sus acciones de marketing y colocar constantemente a sus consumidores en una exposición ante el placer.