Cuando el afán de lucro invade y destruye la identidad visual de nuestra ciudad
Hace unos días, al amanecer de un soleado día de verano, un armatoste metálico nos rompió el paisaje y los ojos, destruyendo por completo la armonía en la Costa Verde. La Empresa Visual In Out SAC, decidió colocar un panel publicitario, gigante, al estilo de la Javier Prado, en el borde del litoral. Esto en la zona intangible de una playa barranquina.
Así, a la mala. Sin el menor respeto por el entorno, la gente y las leyes. Pisoteando los derechos de las personas y la armonía del entorno, por un puñado de dólares que le representaría el alquiler publicitario del unipolar.
Barato, criollo, prepotente.
La parte positiva es que, en este caso, se trató de un hecho reversible. Me vino a la mente la demolición de la Casa Marsano hace algunos años. Esta majestuosa casa, de esas que ya casi no se ven en nuestra ciudad, a punto de ser declarado monumento histórico, fue destruida durante la noche. A las horas, se pagó la multa, pero la casa había desaparecido para siempre. Posteriormente, el terreno se utilizó para edificar galerías comerciales y locales para venta de artículos tecnológicos.
Y claro, no basta que nos atormenten con paneles por doquier con la campaña electoral. No basta con que al alcalde de Lima se le haya ocurrido la idea brillante de cercar con rejas amarillas un nuevo “malecón” al borde del mar. Ese “malecón” para el cual dan ganas de comprar combas al por mayor y realizar una marcha masiva de demolición por atentar contra el paisaje y el ecosistema. La peor inversión, sin el menor criterio. No, no basta.
Ahora, estos sujetos, durante la noche cual delincuentes del outdoor, deciden arbitraria y prepotentemente levantar estructuras metálicas para publicidad. ¿Qué habrá pasado por su cabeza? ¿Que una vez lista la estructura, el negocio estaba hecho? Se olvidaron de la reacción en masa de las redes. Se olvidaron de la gente. Se olvidaron de pensar.
Lamentablemente, el mercado de publicidad outdoor está tan mal regulado que existen todo tipo de elementos ilegales, puestos con esta misma mentalidad abusiva. Invadiendo el entorno y la salud visual. Atropellando. Y allí se quedan, hasta que las denuncias en redes o alguna autoridad competente los detecta. Para ese momento, ya cobraron el tiempo publicitario en el espacio.
Y pagan la multa, no más, pues.