En el rock hay agazapadas unas cuantas lecciones que los publicitarios harían bien en incorporar a su disco duro.
El rock, ese género musical que tan persistentemente se pega a los oídos de todo aquel que tiene a bien enchufar a él sus orejas, destila creatividad por todos los poros. Y en tanto que portador de creatividad a raudales pone en manos de quienes se desenvuelven profesionalmente en el universo de la publicidad un buen puñado de lecciones.
Particularmente pródigo en lecciones publicitarias es el rock de los 80. Y algunas de las mejores (convenientemente hurtadas a algunos poetas más destacados del rock ochentero) son estas que desgrana a continuación The Muse:
1. Las ideas están por encima de todo
Bill Jerry dijo en una ocasión que “no se puede pulir lo que es una mierda”. Y no le faltaba razón al ex batería de la banda estadounidense R.E.M.
En la publicidad, como en el rock, el trabajo debe estar apalancado en buenas ideas. Si las ideas en las que se sustenta el trabajo son malas, el resultado será mediocre por mucho que se intente pulir con centenares de retoces.
Lamentablemente la mediocridad no puede metamorfosearse en grandeza, que necesita buena materia prima para eventualmente echar brotes verdes.
2. Nada reemplaza al trabajo duro
Brian Wilson, vocalista de The Beach Boys, confesó una vez que no era ningún genio, que era simplemente un “chico trabajador”. La calidad de su música no se debe tanto a un talento de proporciones mitológicas como a una tenacidad a prueba de bombas.
Como Wilson, los publicitarios no alumbran fenomenales campañas por estar ungidos con inspiración de tipo de divido o por estar pertrechados de cerebros absolutamente diferentes (y mejores) del resto de los mortales.
Un buen publicitario trabaja duro para maximizar su talento y lo que hace grandes sus trabajos es una atinada mixtura de fuerza intelectual, determinación y constancia.
3. Hay que probar voces nuevas de vez en cuando
Después de arrasar con el álbum “The Joshua Tree” Bono, el líder de la banda irlandesa U2, comenzó a experimentar con diferentes personajes inspirados en leyendas del rock como Lou Reed, Elvis Presley o Jim Morrison. Fruto de su afán por la experimentación fue “Achtung Baby”, el que es casi indiscutiblemente el mejor disco del grupo.
Cuando los publicitarios encuentran por fin su propia voz, se sienten lógicamente muy cómodos, pero de la comodidad al estancamiento hay a menudo sólo un paso. De ahí la necesidad de que los profesionales de la creatividad se aventuren de vez en cuando en senderos que les resultan a priori totalmente ajenos.
Acunada por voces distintas a la suya propia, la voz de los publicitarios puede alcanzar las notas más altas.
4. La creatividad pega el estirón cuando hay algo por lo que luchar
Cuando la banda de rock alternativo Wilco presentó a su sello discográfico “Yankee Hotel Foxtrot”, un álbum deliberadamente estrafalario y poco comercial, la compañía se negó a publicarlo. Y con este aparente revés el grupo encontró por fin algo por lo que luchar: los desalmados ejecutivos de las compañías discográficas. Pertrechada de un motivo por el batallar, la banda consiguió que su álbum, aquel que los “peces gordos” inicialmente no querían, se convirtiera en un notable éxito (en una suerte de metáfora de David contra Goliat).
De manera similar, cuando los publicitarios y las marcas para las que trabajan encuentran algo por lo que luchar, concitan inevitablemente la atención del consumidor, que está más que dispuesto a sumarse a la lucha. Apple lucha contra la conformidad. Nike planta cara la inercia. Y Dove trata de echar abajo las pocas realistas expectativas depositadas en las mujeres. ¿Quién no querría luchar por estas causas?
5. No hay ninguna fórmula para obtener resultados creativos
Mike Mills, bajista de R.E.M., confesó en una ocasión que “Losing My Religion”, uno de los grandes éxitos de la banda, era un tema huérfano de todo aquello que se presuponía que debía estar presente en una gran canción. Y nadie sabe cómo triunfó, pero el caso es que lo hizo.
No importa cuántos datos utilicemos. La verdad (quizás descorazonadora) es que es imposible predecir cómo reaccionará la gente a una pieza creativa, independientementede si es musical o publicitaria.
A la publicidad no le duelen prendas en gastar millones buscando la fórmula que pronostique resultados (positivos por supuesto). Sin embargo, ninguna cantidad de datos, por ingente que sea, hace más racionales las emociones humanas.
* Este informe fue el elaborado por Marketing Directo y es publicado en Mercado Negro por autorización de los autores, bajo un convenio que permite el intercambio de contenido de ambos medios.
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