El vaso viral de Starbucks se convirtió en el objeto más codiciado de la temporada y abrió la puerta para que Walmart, CeraVe, IKEA y otras marcas capitalicen la conversación con ingenio y timing.
La temporada navideña en Estados Unidos sumó un nuevo ícono pop: el Bearista Cup, el vaso con forma de oso que Starbucks lanzó como edición limitada y que se volvió prácticamente inaccesible minutos después de llegar a las tiendas. Lo que empezó como un producto estacional escaló a un fenómeno cultural que capturó redes sociales, disparó búsquedas en marketplaces y desató largas filas en varias ciudades del país.
La demanda creció de tal forma que la pieza se convirtió en objeto de colección al instante. En plataformas como eBay y Etsy comenzaron a aparecer publicaciones que superaban los 500 dólares. Incluso, el hype alrededor del Bearista Cup se transformó en una conversación masiva que trascendió al propio Starbucks y terminó atrayendo a marcas de categorías completamente distintas.
El Bearista Cup: cuando un producto viral se convierte en escenario para las marcas
Walmart fue una de las primeras en aprovechar la ola cultural, primero lanzó un post con su versión del coleccionable. Posteriormente, la compañía lanzó a la venta otra versión, también con figura de oso y con un precio menor al que se veía en la reventa. Su propuesta no solo buscó capturar la demanda, sino también ofrecer una alternativa accesible sin salirse del tono lúdico que caracterizó al furor del Bearista.
Otras marcas siguieron la misma ruta con un enfoque más humorístico. Firmas como CeraVe, Scrub Daddy e IKEA se sumaron a la conversación con adaptaciones creativas que imitaban la estética del vaso o la reinterpretaron desde su identidad visual.
Lo interesante es que ninguna de estas marcas necesitó un acuerdo formal con Starbucks para beneficiarse del momento. Aprovecharon un insight claro: cuando un objeto se vuelve un símbolo cultural, cualquier intervención ingeniosa alrededor de él tiene altas probabilidades de ganar tracción. Y en este caso, la tendencia ofreció un terreno fértil para que las marcas mostraran agilidad, lectura del entorno y capacidad para sumarse a la conversación sin forzar su presencia.









